El Urbanismo se ha movido este año entre la parálisis permanente y la falta de ideas, que responde a la carencia de un modelo de ciudad.
ZeC ha colocado una especie de corsé a la iniciativa pública y a la privada, que ha atenazado sus movimientos.
Han sido noticia habitual la falta de avances con Averly, con el Lestonnac, con Pikolín. Se dejó de hablar de la Feria de Muestras, de Arcosur, de la calle Oviedo, de la Avenida de Cataluña. Ni los planes integrales que iban a poner en marcha en todos los distritos se han salvado de la quema. Ni siquiera el mantenimiento de solares.
Hasta los colegios profesionales les han pedido acelerar los plazos de las licencias de actividad y de obras, porque la ciudad ha caído en un sopor en el que sólo se mueven las chicharras.
Es tal la inhibición del Gobierno que hasta la iniciativa privada se ha unido para poner en marcha una Mesa por la rehabilitación para que actúe como motor de empleo.
Pero ZeC tira de filosofía barata y dice que un «no modelo» de ciudad también es un modelo.
No ha habido proyectos, pero tampoco esa mirada a la ciudad consolidada que era la letanía de todas las intervenciones de ZeC ni siendo ZeC ni antes de serlo. Ni se hace preciso revisar la ordenanza de distancias mínimas. Es tal la pereza que se ha instalado en el Gobierno que no contesta ya ni las antenas de telefonía móvil.
Al margen de la Harinera y del Luis Buñuel, no han existido equipamientos para ZeC, ni siquiera para ahorrar costes en consumo energético. Casi un año les ha costado poner en marcha algo parecido a los pliegos que mantenimiento de todos los edificios municipales que paralizaron nada más llegar ….aunque alguno se les quedó vacío como el de la Década del Agua .
Tampoco han existido las infraestructuras. Zaragoza ya no habla de renovación de redes, de reducción de fugas de agua, de reducción de consumos, de mejora de la eficiencia del alumbrado urbano.
Ni se hace preciso revisar la ordenanza de distancias mínimas. Ninguna actividad puede alterar este estado vegetativo. Es como si se hubiera sometido al cero absoluto, al frío intenso de cero kelvin (- 273 grados centígrados).
Parque Venecia y Parque Pignatelli han entretenido a ZeC que los presenta como paradigmas de la participación, aunque en realidad, el proceso para ampliar el parque Pignatelli hace más elocuente la carencia de ideas y la falta de mecanismos para poner en marcha cualquier transformación.
El Medio Ambiente se suponía que era una bandera para ZeC, una bandera que los socialistas habían hecho ondear con los planes contra el cambio climatico, contra el ruido urbano, por la recuperación de los montes periurbanos, con la reforestación de los mismos, con la elevación de la ratio de zona verde por ciudadano, con la arquitectura bioclimática, con la recuperación de espacios naturales. Ahora el Medio Ambiente ha desaparecido de la política municipal. Nada de eso forma parte de la actividad de la Zaragoza de hoy. Nada de eso nos es común.
La Movilidad se ha lastrado por una huelga dura, larga, la más larga de la historia, que ha sido suficientemente analizada y que es la muestra palpable de lo que no debe hacer un gobierno ante un conflicto de un servicio público. Por encima de todo, sobresale el maltrato que hubo a los ciudadanos y que quitó las ganas, si alguna vez las tuvo, a Teresa Artigas de centrarse en otras cosas, de hablar por ejemplo de la segunda línea del tranvía, de la revisión del Plan de Movilidad Sostenible.
Hay que reconocer que sólo las bicis logran estimular a Artigas, una red que quieren ampliar y que ponen en marcha sin consultar previamente a los distritos por si acaso no hay acuerdo y tienen que ceder en algún planteamiento. La autoproclamación de transparentes y participativos que hizo ZeC de sí mismo ha quedado muy maltrecha en Urbanismo.
Si tradicionalmente el Urbanismo era el revulsivo de la ciudad; el servicio que impulsaba proyectos y que hacía ciudad y la ponía al servicio de los ciudadanos, hoy en día se perfila como un servicio deprimido, gris y desposeido de la ilusión transformadora que tuvo en otros momentos.
ZeC no sabe qué hacer con la ciudad, pero tampoco alienta la inversión de otros porque le asaltan sus demonios particulares: el capital, las oligarquías, el ladrillo… toda esa escenografía sonora que se mezcla con el mal y que acaba lastrando la ciudad en vez de impulsarla, de generar mejores expectativas de vida para todos, para los que la habitan ya y para los que la habitarán en el futuro.
ZeC tampoco hace nada porque las finanzas se le descalabran con su gestión diaria. Pero sorprende que no eche mano del ingenio para buscar otras fórmulas; otras soluciones intermedias o alternativas que hagan que Zaragoza vuelva a latir, esté en permanente mejora, innove.
Es un año perdido. Hay una parálisis de proyectos y de ideas.
Y además hay prejuicios y falta de ilusión. La ciudad es un proyecto que a ZeC le viene grande.
NUESTRAS PROPUESTAS
Que hay que poner el patrimonio del suelo municipal al servicio de la vivienda para jóvenes; que hay que llegar a convenios con los tenedores de viviendas no ocupadas para su puesta en uso con fines sociales y a bajo coste; que hay que desarrollar un plan de rehabilitación de viviendas que permitan recuperar entornos y mejoren la eficiencia energética.
Es preciso impulsar la reforma de diferentes vías básicas en la ciudad; plantear usos para espacios vacíos o infrautilizados; renovar el alumbrado público, integrar los polígonos industriales abriéndolos a otros usos.
Crear consensos en torno a la Mesa del Suelo para decidir desde el acuerdo sobre usos, enajenaciones, superficies comerciales .
Establecer políticas sobre los nuevos equipamientos que se vayan a realizar en la ciudad.
Apostar decididamente por operaciones asfalto y aceras que renueven el firme de la ciudad.