Buenas tardes autoridades, compañeros y compañeras, y amigos. Un saludo especial a todos nuestros invitados.
Afrontamos hoy el último debate sobre el Estado de la Ciudad de este mandato y, por ello, este debate tiene una naturaleza especial. Irremediablemente, el debate de este año nos obliga a elevar la mirada y analizar el conjunto de los tres años y medio transcurridos.
Un tiempo que deja para la historia de esta institución páginas inauditas, como la reprobación por primera vez en democracia del Alcalde y de todo su Gobierno, o el golpe antidemocrático que ustedes dieron en las sociedades y del que hablaré más tarde.
Pero centrándonos en la visión general, tenemos tres años y medio que conforman, por encima de todo, la historia de una decepción. De cómo un gobierno surgido de una ola de cambio, decepcionó primero a quienes sumamos nuestros votos para facilitar ese nuevo tiempo político. Y más tarde desencantó a una gran mayoría de los zaragozanos y zaragozanas progresistas.
Una decepción que es también el resultado de una oportunidad perdida: la oportunidad de haber aprovechado estos cuatro años de evidente recuperación económica para fortalecer la esencia progresista, solidaria y abierta que caracteriza Zaragoza; y desde esas bases, proyectar su futuro.
Algo de este desencanto lo vislumbramos ya en aquel discurso disperso y hueco de toma de posesión del Alcalde. No trazaron una visión clara de ciudad, pero prometieron audacia, diálogo, transparencia y compromiso. Ni una de esas promesas es hoy realidad.
Ahora estamos ante una decepción cuya verdadera dimensión sólo puede entenderse si analizamos con detenimiento el contexto político y económico en el que ustedes han ejercido el Gobierno.
Si lo analizamos políticamente, la realidad es que, pese a su insistente recurso al victimismo, comenzaron el mandato sustentados en una mayoría de 17 concejales.
Una mayoría conformada con los votos de este grupo, no tanto porque nos inspirasen ustedes una gran confianza, como por respeto a la voluntad clara de nuestros votantes. Y por la firme convicción de que abrir la puerta a la derecha era dar paso al retroceso y al desmontaje de la ciudad que entre todos habíamos construido.
En este tiempo hemos tratado de garantizar la gobernabilidad respaldando las dos herramientas más claras que necesita un gobierno: las ordenanzas y los presupuestos. Dos apoyos que niegan cualquier relato de bloqueo y validan nuestra coherencia y compromiso.
Partiendo de esos apoyos, la forma de mantenerlos, consolidarlos e incluso ampliarlos era responsabilidad exclusiva del Gobierno. Tenían apoyos y disponían de tiempo, haciendo verdad el pensamiento de nuestro paisano Gracián, cuando sentencia que aquel que nada tiene, al menos posee tiempo.
La historia de cómo Zaragoza en Común ha gestionado sus apoyos está escrita y -lamentablemente para ustedes- no puede ser borrada. Si alguien tenía alguna duda sobre la forma en la que han gobernado esta ciudad, quedó disipada por completo un 9 de febrero de 2018.
Aquel día, apenas 15 días después de que los grupos de la izquierda aprobásemos inicialmente sus terceros presupuestos, el Sr. Santisteve decidió expulsar a los grupos de la oposición de las sociedades municipales. Esa alcaldada condenó a la ciudad a un periodo de colapso político desconocido en 40 años de democracia.
Sin mayor argumento que su inquina hacia un gerente, y sin un solo proyecto o salida más allá del golpe en la mesa, se pegaron un tiro en el pie.
Quebraron los últimos lazos de confianza y se quedaron definitivamente solos, con más de un año de gobierno por delante. ¿En qué momento llegó usted a pensar, Sr. Alcalde, que aquello era una buena idea?
Fue un error garrafal e imperdonable en alguien de su responsabilidad política, al que añadió más gasolina. Desde las increíbles cartas amenazadoras de la vicealcaldesa a los concejales que se negaban a participar de las reuniones de los consejos, hasta el descomunal error de llevar a la oposición a los juzgados. Sin olvidar la sucia acción de tratar de impedir que nos defendiésemos.
Su carácter autoritario, pero también su falta de ideas y de responsabilidad hacia la ciudad, quedó a la vista de una forma descarnada. Así lo sintieron también muchos ciudadanos, los que les votaron a ustedes y los que nos votaron al resto. Aunque usted solo gobierne ya para una parte de los primeros, los demás siguen aquí, esperando un Alcalde de todos, un Alcalde de Zaragoza.
Finalmente, y para colmo, sólo rectificó hace apenas dos meses, a rastras y por imperativo legal. Ni para rectificar fue usted mínimamente valiente.
Pero más allá de las sociedades, la forma en la que ustedes han gestionado su mayoría prestada es la historia de una sistemática deslealtad.
Después del golpe a las sociedades, para el PSOE el caso más visual ha sido la ejecución presupuestaria de nuestras enmiendas hechas desde la izquierda. Una ejecución que en 2016 apenas llegó al 32%, en 2017 superó por los pelos el 50% y que en 2018 puede alcanzar registros históricos. A 24 de noviembre la ejecución de las enmiendas del PSOE apenas llega al 9%.
El trasfondo de esta manera de gestionar los apoyos sólo se explica por una combinación letal de incapacidad para gestionar y sectarismo: los dos rasgos más claros de su gobierno.
Ustedes llegaron al gobierno sin saber para qué querían gobernar. Sólo con generalidades y prejuicios. De ahí que cada agujero de su proyecto lo han tratado de llenar con crispación, confrontación y bronca. Una estrategia en la que siempre han tenido en el Partido Popular un aliado firme, tan necesitado como ustedes de polvaredas que oculten su falta de proyecto y su verdadera cara.
En definitiva, si hablamos de política, tuvieron todo el viento de cola pero lo desperdiciaron.
Pero es que, si hablamos de economía, el contexto ha sido aún más claramente positivo. Y con idénticos resultados decepcionantes.
Zaragoza, como Aragón y el conjunto de España, ha iniciado la recuperación económica, aunque la crisis haya dejado una lacerante desigualdad que hacía, hace y hará imprescindible mantener un gobierno progresista con una agenda social tan clara como la tuvieron anteriores gobiernos.
Al margen de esas secuelas que debemos seguir abordando, lo cierto es que la recuperación ha posibilitado una mejora de los recursos a disposición de las instituciones.
Traducido a números claros, durante los tres ejercicios presupuestarios gobernados por ZEC, el Ayuntamiento ha contado con 2.206 millones de euros en ingresos, mientras que los tres últimos años del anterior mandato apenas llegó a los 1.999 millones.
En otras palabras, ustedes como gobierno han podido contar con 207 millones más de ingresos. 207 millones más para hacer políticas al servicio de la ciudad, para transformarla y para generar oportunidades. Pero nada de eso se ve hoy.
Lejos del cambio prometido, ustedes que llegaron al Ayuntamiento clamando contra la deuda criminal, llevan camino de erigirse en los alumnos más aventajados del exministro Montoro. Lo advertimos ya el año pasado.
La realidad es que su incapacidad para gestionar las inversiones aprobadas ha generado remanentes que ustedes han empleado para pagar la deuda y en un alarde de cinismo digno de mejor causa, se han empeñado en vender como un gran logro.
Como les decía antes, la mejoría económica y la existencia de un Gobierno autonómico que a diferencia del anterior sí asume sus responsabilidades en materia de políticas sociales, les ha permitido contar con la nada despreciable cifra de 207 millones de euros más en tres años.
Permítame un dato que pone en evidencia su hipócrita posición de hace pocas semanas, cuando con su cobarde abstención se unieron al PP para reprobar al Presidente del Gobierno de Aragón.
Sólo a través del IASS, ustedes han recibido 23,5 millones de euros más en el periodo 2016-2018 que entre 2013 y 2015 bajo el gobierno Rudi.
No obstante, también debemos decir que su política en el área social demuestra que no sólo basta disponer de más recursos, sino que es el momento de preguntarse qué hacemos con la pobreza cronificada y cómo podemos actuar, coordinadamente, para ayudar a muchas familias a romper el círculo de la asistencia pública por la vía más digna, que es la del trabajo.
De cómo han gestionado ustedes esa mejoría económica depende básicamente el balance de su gestión. Pues bien, la realidad no puede ser más desoladora:
Nada resume mejor su política económica que la situación de la inversión. Si en 2015 se invertían 140 euros por habitante, en 2017 invirtieron ustedes 54. Mucho menos de la mitad. Ni sabían qué hacer ni cómo hacerlo.
Por el contrario, mientras no eran capaces de ejecutar ni la mitad de las inversiones, les desembolsaban 230 millones de euros a los bancos. Tanto como que cada euro de más que ustedes han recibido gracias a la mejoría económica, lo han metido en el bolsillo de los bancos. Y además le han puesto 15 céntimos de propina. Antes los bancos que los ciudadanos….¡y venían a expropiarles!.
Ustedes, que prometieron acabar con los recortes, han recortado el gasto y de qué manera. No hablo por hablar, les pongo ejemplos. En 2015, aun en los estertores de la crisis, el gasto por habitante de este Ayuntamiento era de 1.125 euros; hoy apenas es de 1.097. Todo esto con 207 millones más de ingresos.
¿Qué nos dicen estos datos, Sr. Santisteve?
Estos números, crueles y demoledores, a nosotros no nos sorprenden. El Grupo Socialista lleva 3 años y medio denunciando que su incapacidad ha paralizado la ciudad.
No han querido oír, no han querido consensuar, no han sabido gestionar y hoy, Sr. Alcalde, estas cifras le dicen a usted alea jacta est.
Fíjese que cuando hablamos de estas cosas, uno tiene la sensación de no ser capaz de trasmitir, a nuestras vecinas y vecinos, la magnitud del problema.
Por eso, es necesario decir, alto y claro que:
Cuando hablamos de parálisis y de falta inversión, en realidad estamos hablando de árboles que se caen, de parques olvidados, de calles sucias, de pírricas inversiones en mantenimiento de asfalto y aceras.
Nuestros vecinos deben saber que mientras Madrid invierte 12,6 euros por habitante en su operación asfalto, Zaragoza invierte 50 céntimos. Números que deberían, sencillamente, sonrojarles.
Cuando hablamos de una ciudad parada, hablamos de una urbe sin un proyecto de movilidad claro, a pesar de sus ensoñaciones, Sr. Santisteve.
Cuando hablamos, en definitiva, de una ciudad paralizada y sin proyectos, hablamos de una ciudad donde nada funciona hoy mejor que hace 3 años. Y donde el deterioro de la calidad de los servicios públicos y de las infraestructuras es constante.
Un ejemplo importante para Zaragoza, ciudad del agua: el año pasado, por primera vez en casi dos décadas, el consumo de agua aumentó rompiendo la tendencia.
Sabemos que es más fácil organizar congresos con amigos para hacerse una foto, que invertir en renovación de tuberías para ahorrar de verdad agua. Ayudan más los hechos que las proclamas.
Ni hay capacidad de gestionar el presente, ni hay ambición de gestionar el futuro. Más aún: ni respeto a lo que funciona.
¿O quieren que hablamos de las fiestas del Pilar de este año, rompiendo un modelo por todos aceptado? ¿O de la UAPO, unidad policial aprobada por todos los grupos?
Pero no nos engañemos, señores de Zaragoza en Común. Ustedes saben esto como cualquiera de nosotros.
Saben mejor que nadie que no han sido capaces de sacar adelante proyectos como el Plan de Retorno, ni consensuar otros como el Plan de Comercio o el Reglamento de Participación.
Por no hablar del estrepitoso fracaso de unos presupuestos participativos convertidos en un sainete permanente, que han dejado tras de sí una sensación de frustración en la ciudadanía como pocas veces se ha visto.
Para un debate entero daría hablar de incapacidad para sacar adelante pliegos de contratación o el amplio catálogo de licitaciones fallidas. Basten los ejemplos de Ayuda a Domicilio o la Casa del Director.
Saben perfectamente los datos y saben por tanto que carecen ustedes de un mínimo legado que presentar ante los zaragozanos y zaragozanas para volver a pedirles la confianza.
Son tan conscientes que andan en estas semanas pendientes de sus líos internos, decidiendo si su oferta electoral pasa por una enmienda a la totalidad, o se resignan a blanquear lo existente.
Sr. Santisteve, le deseo en este lance más suerte de la que tuvo apostando por su candidata del PSOE.
Por eso, desde hace unos pocos meses, se han embarcado en conformar algo que podríamos llamar el trampantojo político de ZEC para Zaragoza.
Como saben, un trampantojo es, según la RAE, una “Trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es”. En definitiva, una ilusión óptica para confundir al espectador.
Podríamos citar ejemplos de políticas basadas en el trampantojo. Uno fácil es su política de Igualdad, que consiste en poco más que grandes palabras sin contenido político que las respalde. Otro es la Cultura, donde toda la grandilocuencia y dadivosidad del consejero no oculta la realidad: que Zaragoza está fuera de las políticas culturales más avanzadas del país.
Pero hoy quiero hablar de dos ejemplos que constituyen un patrón de comportamiento.
El trampantojo que ustedes están queriendo conformar, una vez constatado el fracaso político, es sencillo y funciona en dos líneas: grandes documentos de planificación y pequeñas actuaciones de escaso calado que aparentan novedad.
Comenzando por las últimas, se trata de una evolución de aquello del “urbanismo de las pequeñas cosas”, el anterior invento de la Factoría de Ilusionismos Muñoz. Un producto que consiste básicamente en empaquetar las actuaciones ordinarias de los servicios municipales, las de siempre y como siempre, en obras nacidas de un nuevo modelo de ciudad.
Entre tanto, las riberas del Ebro se van deteriorando, los calles degradando y las grandes obras urbanas como la Avenida de Navarra o Tenor Fleta -por muchos permisos que hayan conseguido después de año y medio- quedan para mejor ocasión.
Y mientras, el Alcalde inaugurando toboganes.
Pero del “urbanismo de las pequeñas cosas” han pasado a un nuevo modelo de obra pública.
Un paradigma sin proyecto, sin licitación, a trozos y sin estudios previos. Un modelo donde los procesos participativos, el diálogo y aquello del “mandar obedeciendo” quedaron definitivamente olvidados.
Todo al servicio de inaugurar algo, de vender una gestión inexistente. En esa desesperada tarea estamos ahora. Ya lo dijo un escritor clásico, cuyo nombre no viene al caso: “malgasté el tiempo. Ahora el tiempo me malgasta a mí”.
Les quedan escasos meses, pero perseveran en un modelo que consolida otra paradoja con la que cargarán para siempre: a golpe de encargo y de reconocimiento de obligación, se han convertido en los mayores benefactores de las contratas. Presumen de ponerles ridículas multas, mientras les aseguran suculentos y descontrolados ingresos.
Ahí tienen el caso de FCC recogiendo los pingües beneficios generados por el fracaso de su obsesión municipalizadora.
El segundo ejemplo de sus trampantojos nos preocupa claramente más. Me refiero al reiterado empeño de lanzar voluminosos proyectos que condicionarían los próximos años de este Ayuntamiento. Pretenden atar política y económicamente a futuros gobiernos municipales. Por suerte nos pillan curados de espanto.
Deprisa y corriendo, intentan acabar el trabajo no hecho, aparecen a última hora con grandes planes sobre movilidad, vivienda o barrios. Incluso los venden sin estar hechos. Todo un escaparate de envases vacíos.
Comenzaré por el Plan de Movilidad Urbana Sostenible. El PMUS. Un asunto que los socialistas nos creemos, pues es nuclear para la vida de los ciudadanos. Un proyecto ante el que estábamos en la mejor de las predisposiciones.
La movilidad es, sin duda, el gran desafío al que se están enfrentando todas las ciudades en este punto del siglo XXI. Hablamos de una revolución que conlleva avances tecnológicos de primera magnitud y cambios de hábito que transformarán radicalmente las ciudades a medio plazo.
Ustedes tenían en este mandato la oportunidad de actualizar el modelo de movilidad diseñado en 2006. Sobre todo, tenían el deber de anticipar el futuro de la movilidad urbana.
Pero nada de eso se encuentra en un plan que ni delimita una financiación verosímil, ni aborda los desafíos tecnológicos de hoy, ni mucho menos los que vendrán.
Recientemente hemos tenido un ejemplo que delata como pocos su actitud ante la movilidad.
Frente a la necesidad de regular la convivencia y el uso de la vía pública por parte de las empresas de movilidad compartida, y particularmente de alquiler de patinetes eléctricos, ustedes reaccionan con una propuesta limitadora y coercitiva que es el resultado de intervencionismo más casposo.
Esa falta de ambición, ese miedo a lo nuevo está presente en un PMUS que nace incapaz de responder a las necesidades de futuro. A la ausencia de modelo han sumado la carencia de valentía.
En esas condiciones, el Grupo Socialista no va a ser cómplice de un documento mediocre, sin ambición y concebido sólo como ejercicio de propaganda.
El siguiente trampantojo tiene que ver con la vivienda, un asunto sobre el que vale la pena detenerse un segundo en los antecedentes.
El fracaso de ZEC es particularmente grave y estrepitoso en el área de Vivienda. Sobre todo si recordamos que desde el primer momento ustedes blandieron la bandera de la emergencia habitacional como gran enganche.
En estos tres años su fracaso es rotundo. Nunca ha habido tanto presupuesto y nunca se ha hecho tan poco, lo que agranda el desastre.
Lo es en un programa concreto vendido a todo trapo como “Alegra tu vivienda”, que apenas ha logrado una cuarta parte de los pisos que pretendían captar.
Lo es en aquel plan estructural de ampliar el parque público de viviendas hasta 5000, si era necesario expropiando los pisos vacíos de bancos. Hoy apenas han captado unas 300 y en lugar de expropiar, intentan comprar a las entidades financieras viviendas ocupadas, a precio casi de mercado. Véase el ejemplo de Oliver.
Lo ha sido en materia de desahucios, porque según el Consejo General del Poder Judicial se siguen produciendo en Zaragoza del orden de 400 desahucios al año. En la misma medida que en el resto de España. ¿Ayuntamiento del cambio?
Lo ha sido en materia de rehabilitación, gastando las cuantiosas partidas pactadas en arreglar, principalmente, nuestro parque municipal de vivienda. Han sido incapaces de movilizar la rehabilitación de vivienda privada.
Sólo los grandes promotores pueden estar satisfechos con su versión marxista del laissez faire laissez passer urbanístico. Ustedes han convertido Urbanismo en un mero gestor de licencias. Y en ausencia de política, los grandes tenedores de suelo fijan el precio, las condiciones y las prioridades. Son ustedes un chollo.
El resultado es que la oferta de viviendas accesibles para la mayoría ha desaparecido y proliferan las promociones de alto nivel. Ni la derecha lo hubiera hecho mejor.
¿Observa la paradoja, Alcalde? Igual no es consciente de la situación ¿No le han contado que ahora en Zaragoza los castings no son materia exclusiva del teatro sino que se dan para elegir inquilino a precio de oro?
En resumen, hoy en Zaragoza el acceso a la vivienda es más complicado que hace tres años. Entre otras razones porque, mientras en los 12 años de gobierno socialista el 50% de las viviendas construidas eran de promoción pública, con ustedes lo son 4 de cada 100. Y en 2018 el dato empeora. A fecha reciente, sólo el 2,8% de las viviendas que se construyen son de iniciativa pública.
Y después de este penoso legado, aparece el trampantojo en forma de un plan de 228 viviendas cofinanciadas por el BEI, con una inversión que compromete toda la política de vivienda de los próximos 5 años.
Una fórmula que coloca el coste de cada piso social en torno a los 175.000 euros. Y a los 200.000 euros si añadimos el valor del suelo. Una inversión que compromete el 80% del actual capítulo 6 de la Sociedad Zaragoza Vivienda, en un único modelo de vivienda con vocación puramente asistencial, dejando nuevamente fuera a jóvenes y trabajadores.
En otras palabras, un plan de dudosa rentabilidad económica, sin verdadera rentabilidad social.
Se lo anuncio hoy aquí. No cuenten con el Grupo Socialista para un plan que está muy lejos de lo que la ciudad necesita.
Y finalmente un tercer trampantojo: los barrios.
Al comienzo de la intervención hablábamos de los datos de inversión. De cómo la ciudad se ha paralizado y de cómo esa parálisis hace que la ciudad haya retrocedido. De cómo su falta de ideas y su incapacidad para gestionar han hecho que Zaragoza vaya a peor.
Toda Zaragoza, pero especialmente los barrios, ha sufrido ese abandono.
A ello ha contribuido también el fracaso de los presupuestos participativos, que han condenado 10 millones de euros de inversión a pequeñas actuaciones de escaso calado.
Cualquiera que pasee por los grupos sindicales entenderá de qué hablamos. Son entornos en constante y acelerado proceso de degradación que ustedes han abandonado a su suerte. Dejando que fenómenos como la ocupación se generalicen, afectando ya no solo a los entornos sino a la convivencia.
En la misma línea, lo ocurrido con las zonas verdes bordea lo inaudito. Que cada tormenta arranque decenas de árboles se puede achacar al mantenimiento y a eso que llamamos infortunio. Pero que tres meses después de la última gran tormenta haya árboles derribados sin retirar, es sólo achacable a su incompetencia y a su molicie.
Y mientras, otra constante. La terrible empresa FCC haciendo su agosto vía reconocimientos de obligación, por su incapacidad de sacar a tiempo unos pliegos en condiciones para garantizar el servicio.
Confío en que un día lleguemos a saber cuánto nos han costado todos sus encargos extraordinarios a las contratas, porque su incompetencia nos está saliendo carísima
En este sentido, quiero anunciar que, en las próximas semanas, el Grupo Socialista planteará iniciativas concretas para clarificar esta práctica. Es urgente parar esta torpeza, que puede provocar un descontrol inasumible en el futuro de las economías municipales.
Después de este balance se nos descuelgan con unos planes de barrio que son poco más que voluminosas tormentas de ideas, sin rastro de planificación, de priorización o de financiación. Sin rastro, en otras palabras, de política.
Lo que les han contado a los vecinos de San José y Las Fuentes, o contarán a Delicias y otros es mero humo. Tienen que saber que nada de lo que se dice en esos planes se hará realidad con ustedes.
Se lo advertimos hace un año, cuando fuimos el único grupo que votó en contra de esa propuesta de resolución, porque nos temíamos lo que se avecinaba: una Carta a los Reyes Magos, con la que intentar atraer la mirada de los vecinos para distraerles del creciente deterioro.
Dificil tener la menor credibilidad, cuando han sido incapaces de gestionar la mitad del más exiguo presupuesto inversor en barrios de los últimos años.
Señores de Zaragoza en Común, señor Alcalde. El tiempo se ha terminado y, desde luego, no esperen que el Grupo Socialista se preste a ninguna operación de blanqueo de su fracaso.
No sé si son ustedes conscientes de la oportunidad que han perdido en estos cuatro años, pero llegados a este punto, sólo cabe vaticinar su defunción política.
Pero le aseguro algo, Sr. Alcalde. El PSOE hará cuanto pueda para evitar que lleve a término el peor legado de este lamentable mandato: la victoria de la derecha.
No lo permitiremos porque somos consciente de lo que supondría un cambio así en la ciudad. No lo hemos permitido estos años porque, pese al fracaso que acabo de narrar, la opción de derechas era peor.
Lo vimos durante el Gobierno del Partido Popular. Vimos cómo se devastaban las políticas sociales, la educación o la sanidad. Cuando mayor era el sufrimiento de la ciudadanía, en los peores años de la crisis, la derecha optó por el sálvese quien pueda. Eligió acrecentar los desequilibrios y cargar la salida de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y trabajadoras.
Estamos convencidos de que hay mucho futuro, si se aplican políticas de creación de riqueza y reparto justo de la misma. Zaragoza necesita robustecer su vocación de ciudad moderna, competitiva y equilibrada. Y ese salto no será posible de la mano de la derecha.
Tampoco lo será alentando artificialmente el enfrentamiento entre Zaragoza y Aragón como ustedes, de manera absolutamente irresponsable han hecho con el ICA.
Zaragoza no puede gobernarse desde la improvisación, la crispación, el sectarismo y la ocurrencia, como han hecho ustedes. Tampoco desde la insolidaridad, la mojigatería y la imposición, como acostumbra el PP.
Nuestra ciudad se merece un Gobierno que sea capaz de dialogar con todos, entendiendo las necesidades de una vecindad compleja y diversa. Se merece un alcalde, mejor una alcaldesa, que destierre la bronca diaria y conjugue en positivo la acción de gobernar.
Por eso, quiero cerrar mi intervención llamando a la esperanza. Dirigiéndome a la mayoría progresista que ha facilitado 32 años de gobiernos progresistas en Zaragoza para decirles que la decepción que ha supuesto ZeC no puede significar la renuncia a ganar el futuro para Zaragoza.
Un futuro que los socialistas estamos listos y preparados para liderar. Con las ideas, la ambición y la capacidad de diálogo de la que ha carecido ZEC, y que cincelaron la gran ciudad en la que hoy vivimos.
En otras palabras, estamos listos para, juntos, volver a construir la Zaragoza que Queremos.