Casi un mes después de que finalizase la huelga más larga y dura del servicio de autobús en Zaragoza, el Pleno del Ayuntamiento, a petición de los grupos municipales de la oposición pudo hacer balance del conflicto y exigir responsabilidades políticas. Es extraordinariamente complicado suscitar una unanimidad como la que ayer cosechó Zaragoza en Común entre los grupos de la oposición. Conseguir poner de acuerdo a grupos tan diferentes como el PSOE, CHA, PP o Ciudadanos es algo extraño y no cabe duda que el mérito de Zaragoza en Común en ese sentido debe de ser reconocido.
Y es que desde el inicio mismo del conflicto, ZEC y particularmente los concejales Alberto Cubero y Teresa Artigas, desplegaron una actuación nefasta, llena de incompetencia e, incomprensiblemente, sobrada de soberbia y de obstinación ridícula en el error. Tomando partido por una de las partes, el Gobierno de ZEC tomó como rehenes a los 700.000 zaragozanos y zaragozanas en un episodio de más de una guerra contra las contratasmunicipales tan infructuosa como irresponsable. Lo hizo con unos servicios mínimos evidentemente insuficientes que condenaban prácticamente al aislamiento a los vecinos de barrios rurales como Montañana, Peñaflor, La Cartuja o Juslibol y lo hizo alentando expectativas de municipalización entre los trabajadores de AUZSA que sólo sirvieron para enconar más y más el conflicto. La mejor prueba de la calamitosa gestión de Zaragoza en Común fue que cuando los Grupos Municipales a través de la Junta de Portavoces asumieron el liderazgo político apartando a Cubero y a Artigas, nombrando a un interlocutor externo y poniendo encima de la mesa una subida de los servicios mínimos, la huelga se encauzó en poco más de una semana hasta resolverse tras cuatro largos meses de bloqueo.
Pero más allá de su torpeza, la huelga ha retratado cruelmente la forma de gobernar de ZEC y del Alcalde Santisteve. Una forma de gobernar que combina dosis enormes de torpeza, de dogmatismo y además de soberbia y desleatad. Mientras los grupos de la oposición mantuvimos una posición leal y constructiva que desembocó en las medidas que citábamos antes y que pusieron fin al conflicto, ZEC mantenía una posición de permanente deslealtad,
faltando a la verdad, quebrando los acuerdos de la Junta de Portavoces y, finalmente, incumpliendo los acuerdos como el de destinar el ahorro generado por la huelga a compensar a todos los usuarios. Por ello, ayer los cuatro grupos de la oposición en un hecho inédito, reprobaron a los concejales Cubero y Artigas y reafirmaron que no confían en un gobierno incapaz y desleal. ZEC y Pedro Santisteve cuentan con la legitimidad formal para seguir gobernando en el ejercicio de sus competencias. Sin embargo, su actitud hace que cada día más, su autoridad y su legitimidad moral se pierdan a chorros. De seguir así, perderán la poca autoritas que les queda, pero también la potestas.