Sólo la participación in extremis de las juntas de distrito ha puesto algo de orden y concierto en este despropósito que ha movilizado al 1.07% del censo.
El proceso de los presupuestos participativos, que terminó ayer con el recuento de los votos que han obtenido las propuestas presentadas, “roza el desastre y no aporta ningún elemento que nos haga sentir satisfacción” por el resultado de esta consulta ciudadana que ha impulsado la concejala de Participación Ciudadana Elena Giner.
Los socialistas consideran que un llamamiento que ha movido al 1,07% de las personas empadronadas en los distritos urbanos, mayores de 14 años, “no es ningún éxito” y mucho menos si se tiene en cuenta que la titular del área de Participación ha utilizado los recursos técnicos y humanos de la Administración desde finales del año pasado, explicó el concejal socialista de Participación Ciudadana, Roberto Fernández.
Fernández, considera que los proyectos se pueden frustrar por muchas causas, pero quizá la más triste es la que “reúne la precipitación y la falta de maduración” de lo que se quiere hacer, que es lo que ha pasado en este proceso. Hasta el propio portavoz de ZeC, Pablo Muñoz, expresó públicamente sus dudas de que los proyectos aprobados se puedan cumplir.
Ninguno de los grupos municipales en el Ayuntamiento de Zaragoza vio con malos ojos la posibilidad de poner en marcha un proceso de presupuestos participativos, pero se trata de cambios en el comportamiento social que exigen mucha dedicación, mucha preparación y mucho tiempo. Como Giner no ha querido hacer caso a ninguna de estas reflexiones, se encuentra que cuatro meses largos después de lanzar su idea, el 1,07% de la población secunda su iniciativa, “una participación insignificante, que es compatible con la idea de fracaso, y con la idea de ridículo si nos atenemos a muchas votaciones presenciales que en algunos casos no han pasado de las 24 personas”.
Dentro de todo este marasmo, la participación en el último tramo del proceso, tal y como propuso el PSOE, se canalizó a través de las Juntas de Distrito, de las que tanto recelaba Giner, poniendo cordura y organizando el trabajo, no sólo de la votación, sino de la organización de las 113 propuestas elegidas finalmente.
La Participación Ciudadana es una disciplina compleja, que requiere mucha sensatez, tener en cuenta muchos equilibrios y sensibilidades, además de ofrecer procesos claros, que susciten el interés de los ciudadanos. Sin embargo, “un error de concepción” como el que ha ocurrido en Zaragoza, ha propiciado que, partiendo del respeto a todas las manifestaciones expresadas, “hayan triunfando propuestas de intervención en las que pesa más el interés concreto de un sector o una entidad bien organizada, que el bien común del barrio o de la ciudad”. Asimismo, el primer presupuesto participativo, tal y como se ha desarrollado, ha servido “para dar un zarpazo de muerte a las asociaciones vecinales, mostrándolas muy vulnerables a la hora de representar los intereses colectivos de los barrios”, concluyó Roberto Fernández.